jueves, 28 de julio de 2016

Día 3. 28 de julio. Santa Cruz/Sucre

Dejamos Santa Cruz. Los últimos días volveremos de nuevo y al mismo hotel, para cerrar el circulo, conocer algo más Santa Cruz y volver a Madrid. Pero hoy esto no toca. Nos recogen a las siete de la mañana para ir al aeropuerto. En el aeropuerto tomamos nuestro primer mate de coca, a ver si es verdad que funciona (la maquina de calentar el agua si les funciona y muy bien, me queme la lengua a base de bien). Volamos en BOA (Compañía Boliviana de Aviación) hacia Sucre.

Desde el propio avión podemos apreciar como va cambiando el paisaje. Terreno abrupto, árido. Fuertemente marcado por la erosión. Este terreno aquí lo llaman "deleznable", no es que sea despreciable, no, es que muy erosionable, que se deshace con facilidad. Por eso buena parte de las tierras altas de Bolivia son improductivas.
El primer nombre de la ciudad de Sucre fue Choquechaca, hasta 1538, La Plata hasta 1776, durante el virreinato de Perú, Chuquisaca, hasta 1825, durante el Virreinato del Río de la Plata) y finalmente Sucre, desde 1825 en honor a al mariscal Antonio José de Sucre). También se la conoce por algunos sobrenombres, como "la Blanca", "la Vieja" o "la Culta".

Sucre está a 2.750 metros de altitud, Santa Cruz a poco de 400. Es un paso hacia el antiplano y altitudes mucho mayores. Lo mejor es aclimatarse poco a poco. En función de esto está diseñada esta ruta por Bolivia.

Llegamos a Sucre antes de las 10. Nos recoge otro guía, del que no recuerdo el nombre. Hacemos check-in en el hotel, un cinco estrellas propiedad del Cónsul Honorario de España, el Parador Santa María la RealFicha en tripadvisor. Como no sabía lo que era un cónsul honorario lo he mirado aquí.

La temperatura es buena. Hace un poco de calor. Aquí la temperatura mantiene unos valores muy homogéneos todo el año. Máximas de entre 22 y 25 y mínimas entre 5 y 11 según los meses. Lo que más nos llama la atención es la luz. La luminosidad es apabullante. El sol es el rey. Casi no se pueden abrir los ojos. Dicen que porque el sol está más cerca. Además, las casas son blancas.
Sucre es la capital constitucional de Bolivia y la sede del Poder Judicial. Si, a pesar de lo que pensábamos casí todos, Bolivia tiene como capital la ciudad de Sucre, donde se selló la independencia de la República. Desde finales del siglo XIX, tras la llamada "Guerra Federal" que enfrentó a Sucre y La Paz, los poderes Legislativo y Ejecutivo se trasladaron por decisión presidencial a esta última ciudad, considerada sede de Gobierno.

La Guerra civil boliviana o Guerra Federal boliviana (1898-1899) fue el enfrentamiento del norte (liberales de La Paz) contra el sur (conservadores de Sucre) por el liderazgo de Bolivia que culminó con la derrota del oficialismo y la transformación de La Paz en sede de los poderes ejecutivo y legislativo constitucionalmente situados en Sucre. En buena medida este conflicto parte de la decadencia de la explotación minera de La Plata centrada en Potosí (a 150 km de Sucre) y la paulatina emergencia de la explotación minera del estaño centrada en Oruro (próxima a La Paz). Aún hoy, hay un movimiento importante que reclama la vuelta de todos los poderes a Sucre (y un importante movimiento en contra de esta posibilidad, en La Paz).

El centro está dominado por la preciosa plaza 25 de Mayo. Como todas las plazas de las ciudades grandes bolivianas, es un lugar de encuentro, bien ornamentadas, iluminadas, con jardines y muchos, muchos bancos. Generalmente también las plazas tienen muchas palomas. se ve la típica estampa, ya en desuso en las ciudades españolas, de gente de todas las edades echando de comer a las palomas.
Comenzamos nuestro recorrido por esta bella ciudad, como no podía ser de otra forma en La casa de la Libertad. Ahí se firmó el Acta de la Independencia del Alto Perú en 1825 y a partir de ese momento y hasta 1898 donde se reunió el Congreso Boliviano. Actualmente es el Museo de historia más importante de Bolivia. El Salón de la Independencia está ubicado al frente de la entrada principal.
El Acta de la Independencia firmada por Simón Bolivar.
Al fondo están colocados tres retratos de los dos libertadores del país, Simón Bolivar y Antonio José de Sucre, a la derecha. 
Otro salón, el Virreinal, está presidido por un retrato del rey de España, Carlos III. También hay un retrato del rey Fernando VII, último rey de la colonias españolas en América. 

A la entrada de La Casa de la Libertad encontramos un grupo de escolares muy simpáticos que nos pedían que les hiciéramos fotos, aquí abajo está. El futuro de Bolivia.
Después, y en la misma plaza visitamos el Palacio Nacional. Es una edificación, que como su nombre indica, fue construido para cumplir la función de Casa Presidencial de la República de Bolivia, sin embargo después de la Guerra Federal, quedo este palacio en uso del Gobierno Autónomo de Chuquisaca.
En las plazas centrales, en las ciudades de Bolivia, se concentran los poderes que la ciudad posea. La sede de gobierno, el legislativo, el judicial y el eclesiástico. Por eso, en la misma plaza, llamada 25 de Mayo, también se encuentra la Catedral Metropolitana de Sucre. Esta iglesia de la época colonia, tiene una mezcla de estilos renacentista y barroco, con influencias mestizas. 
La impresión que me da esta ciudad es de ser muy agradable, muy bonita y cuidada. El estilo es muy colonial.

Entre el viaje y los paseos y visitas por esta bella ciudad ya nos entra el apetito y vamos a comer al Restaurante La Posada (tripadvisor). El sitio es muy bonito, arreglado en estilo colonial, con una terraza muy agradable. Comemos dentro por el calor, o más bien por el sol (menos mal que aquí es invierno). Una de las cosas que me llaman la atención es que no es frecuente, más bien raro, encontrar en una carta el apartado postres.

Después de comer subimos al mirador de La Recoleta. Las cuestas para llegar se hacen duras (aunque no es para tanto), el sol, la comida, la altitud (aunque no excesiva ya se va notando).... Pero el mirador compensa, se tiene una vista maravillosa sobre toda la ciudad. Junto al Mirador se encuentran la fuente de la Peregrina, el reloj del sol, la caja de agua y la plaza del mismo nombre, donde se fundó la ciudad en 1.548. 
Hay una feria. Aprovechamos para dar una vuelta y empaparnos de los colores y olores tan desbordantes y sugerentes.
La parte de las maquinas no tiene desperdicio. La verdad es que dan una impresión de fragilidad bastante notable. Lo mejor es que son totalmente ecológicas, van movidas a mano.



Se puede sacar unas fotos o disfrutar de la vista en el Café Mirador mientras se toma un café. Estuvimos un rato, unos tomando limonada, otros cerveza, tomando el sol en este café. Genial. Tampoco desaprovechamos para echar un futbolín, había decenas en la feria (además con árbitro).
Las actividades con niños. Este se quedo con nosotros. Que majo.
De vuelta al hotel, en una plaza encontramos un mercadillo de libros. Allí me recomendó Hernan, un libro de Eduardo Galdeano "Las venas abiertas de América Latina", pero no lo encontramos. Lourdes compró uno de Vargas Llosa y Álvaro, uno de Santiago Rocangoglio, "Abril Rojo". Luego nos dimos cuenta que las portadas son perfectas pero por dentro son copias y tienen algunos errores y erratas. Lo bueno es que son baratos. Parece que es bastante común por aquí. Más adelante encontré el libro de Galdeano, y era también copia.

El tendido eléctrico en muchas zonas de la ciudad traza entramados imposibles.
Por la noche, los edificios del centro estaban iluminados.Muy bonitos.
Al lado del hotel, encontramos de casualidad una tienda, que se llama "Arte y Cultura Sucre". Aquí sus datos en tripadvisor. Su perfil de Facebook (me acabo de hacer amigo). Nosotros compramos una pequeña escultura de una señora gordita que lleva una cuerda para colgar. Hernán y Ana, también una señora mirándose a un espejo. Santi y Susana unas láminas con motivos bolivianos. La tienda está llevada con mimo y mucho cuidado por su propietario, un suizo-boliviano (me pareció una mezcla curiosa pero seguro muy enriquecedora).

La escultura de las señoras "gorditas" es de un artista de Potosí que reside en Cochabamba, Guido Köller. He leído una entrevista en la que dice que la cerámica seduce a Köller por “el ajayu”, el alma que posee la arcilla y la maleabilidad que tiene este elemento. Referencias, aquí y aquí.
Para cenar fuimos a Orígenes. Un sitio algo típico. Allí, te amenizan la cena con música y bailes regionales. Página web.  (Mira que estamos todos gu@pos).

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Para terminar esta entrada un regalito, un poema de Germán Zelada Urioste, nacido en Sucre, que recoge y resumen la historia de esta preciosa y vital ciudad (y un poco de Bolivia).

Romance de la Patria Chica

Un Marqués conquistador
hincó la Cruz en el suelo
y en nombre del rey cristiano
puso argamasa al cimiento
de la que sería la cuna
del riquísimo entrevero
entre Charcas y españoles,
entre blancos y morenos.

Apenas los confrontaron,
los diestrísimos honderos
desmontaron con guijarros
a barbados caballeros;
mas pudo poco la piedra
rebotando contra el hierro.

Primó de inicio la fuerza
del invasor en su empeño
por conseguir la riqueza
para sí y para su reino.
Cuando cruzaban sus armas
los valerosos guerreros,
las sangres de las dos razas,
de los odios en desmedro,
acunaron a la estirpe
del pueblo de mis ancestros.
De esa mezcla singular
tiene savia el abolengo
de Sucre, la Capital,
primera desde el comienzo.

Allí se fundió la casta
del invasor europeo
con la del indio cobrizo
para eterno parentesco.
Allí hicieron sus fortunas
mercaderes y azogueros
y construyeron sus lares
hidalgos como pecheros.
De allí se cantearon piedras
para edificar los templos
y cal pura enjalbegó
los claustros de los conventos.
Del lugar a la frontera
se difundió el evangelio
para bautizar al indio
y estampar cristiano sello.

De Charcas la Gran Audiencia
tuvo enorme lucimiento
y con muy grande extensión
duró siglos su apogeo.

Allí, la Universidad,
con el pensamiento nuevo
de patriotas y doctores
se trocó en el epicentro
del seísmo libertario
que hizo temblar al ibero.

Allí pelearon quince años
los valientes montoneros
regando con sangre brava
los rellanos y los cerros;
allí estuvo su estandarte
tremolado por los vientos
como retando a la muerte
sin ceder jamás terreno.
Siendo mujer, en la brega,
de todos ganó el respeto;
siguió Juana hasta la muerte
al mártir Manuel Ascencio.
Allí Juan Huallparimachi
en quechua compuso trenos.
Por sus calles cabalgaron
un día los abajeños,
unos pelearon valientes
pero muchos desistieron;
porfiaron más de una vez
y fallaron sus intentos.

Sin que nadie lo llamara,
un hombre de pelo crespo,
con el poder de su espada
y apoyado en un decreto
dijo que el alto peruano
de su destino era dueño.

Ni peruanos ni platenses,
por decisión y derecho
se llamaron bolivianos
desde entonces los abuelos.

Las rencillas intestinas
y otros acontecimientos
los hicieron resistentes
a mandones altaneros.
Por causa de la vileza
que concibiera un engendro
se desató la contienda
que cortó el lazo fraterno;
aún rezuman las heridas
que se abren por el recuerdo
de los del “Lugentes campi”,
muertos del “Primer Crucero”.

En las guerras desgraciadas
las batallas los curtieron.
Con bayoneta calada
frenaron a los adversos
en la defensa del mar
que arrebatara el chileno
y en los zarzales del Chaco
sobre arenales de fuego.
En desiertos y tuscales
están dispersos sus huesos
pero sus almas benditas
se cobijan en los cielos.

Nacidos para la lucha,
hasta en los tiempos modernos
pelearon por la equidad
con valor y con cerebro.
Por la capitalidad,
en las faldas de los cerros
guardianes de su ciudad,
se enfrentaron al averno.

La enseña de San Andrés
ensangrentó su crucero
cuando se abrieron las venas
de tres de sus hijos muertos.

De no restañarse heridas
no cesará el izamiento
de la alba con la equis roja
con crespón negro de duelo.
De no haber satisfacciones
y devolverse los fueros
no cejará en el combate
el pueblo chuquisaqueño.

Por Chuquisaca y por Charcas, 
primero la conocieron
y luego La Plata y Sucre
recibió en el bautisterio.

Bajo su suelo bendito
duermen el eterno sueño
los restos de mis mayores
y es por eso que deseo
-el buen día en que sucumba
y termine mi destierro-
sentir caer las paladas
de tierra sobre mi pecho;
¡Con tierra de Patria chica
quiero mi cuerpo cubierto!
Entretanto eso suceda…
le hago llegar estos versos.

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