miércoles, 17 de agosto de 2016

Día 15. 9 de agosto. Misiones jesuíticas

Montamos en el bus a las siete menos cuarto de la mañana. En el bus está Nelson de nuevo (el día anterior se despidió) y nos recoge una chica que dice ser la coordinadora, Tamara. Dice que no sabe donde esta Rolando. Partimos y al poco para el autobús para que se suba Rolando.
Vamos a la zona de Chiquitania. El recorrido habitual es de tres días para conocer las misiones. Así que va a ser un día intenso y largo.
A 18 kilómetros de Santa Cruz, paramos en Cotoca para desayunar en un pequeño bar, que parece que nunca han recibido tanta gente de golpe (salteñería Cotoca, en la foto). Incluso tienen que ir a la tienda a comprar, van y vuelven con dos bolsas de leche. Van otra vez y vuelven unos panes redondos. Pero no hay pan para todos. Rolando, Tamara e incluso Hernán ayudan. Si no igual aún estábamos allí.
Desayunamos empanadillas de pollo y de queso, los bollos de pan y mantequilla y mermelada. Desayuno contundente al estilo de aquí. Pero echamos de menos el desayuno del hotel, con fruta, panes más digeribles...
foto
Visitamos la plaza de Cocota. En los árboles vernos unos osos perezosos hechos un ovillo por el frío. Es una ciudad muy religiosa. Cierto día del año, la gente viene de Santa Cruz andando, los 18 kilómetros, de peregrinación.
Después nos encontramos con un atasco de cerca de una hora. Resulta que era un "bloqueo", corte de carretera realizado por la comunidad local en protesta por alguna cosa. Parece que son muy frecuentes. Los puso de moda Evo antes de llegar al poder. Ahora le protestan a el.


Más adelante otro atasco para pagar un peaje. Por el uso de la carretera. Madre mía. Una casetilla cobra a los coches de ida y otra a los de vuelta. Aprovechan las vendedoras para ofrecer manis y naranjas ya peladas. Al otro lado un pueblo con una calle totalmente comercial a ambos lados de la carretera. puestos de comida, de ropa, talleres mecánicos....

Con el madrugón y el atasco vamos todos durmiendo de forma intermitente. Pocos kilómetros más, otra retención por un de control de permisos de conducir. Es increíble. Conducir en esta carretera parece una broma.

foto peaje

Campos de girasol inmensos, hasta donde se pierde la vista. Granjas con vacas y gallinas. Vacas con palmeras, una visión inédita. Luz y Ana han visto un tucán en un árbol. Que suerte.

Por toda la carretera puestos y pequeños comercios de comida y bebida.
La imagen de Evo emerge en cualquier cartel. Omnipresente. Pero más los carteles de tigo, que le hacen la competencia. En cualquier tiendecita, el cartel de la operadora de telefonía móvil.


Paramos en San Román, hacemos pis en una especie de mercado y tomamos un refrigerio al subir de nuevo al bus. Galletas saladas, plátanos pequeños, que ricos, y algunas chuches más para matar el hambre y el aburrimiento.

foto san roman

El paisaje va cambiando, a Ana recuerda a "memorias África". A mi por la duración a "viaje a la luna" o mejor "Viaje a ninguna parte". En cualquier caso nos da tiempo a terminarnos varios libros y dormir siestas hasta el año próximo.


Llegamos a San Javier. Llueve fino pero nos obliga a sacar las cazadoras y paraguas. Comemos en un sitio muy bonito, con un patio porticado, el Circulo Ganadero. Nos metemos debajo de los arcos. Como ya es tarde no queda comida para tantos. La sopa y el pollo asado se acaban pronto. Aún así hay mucha comida. Luego sacan mas carne y finalmente mas pollo. Al finalizar hay comida para otros catorce.

Terminamos rapido y visitamos San Javier. Fue fundada en 1691. Es la misión más antigua de la región.
La labor de los jesuitas en la zona es impresionante. Esta zona de Bolivia es de las que más misiones hay en Latinoamérica. La iglesia nos deja con la boca abierta. Blanca, con columnas salomónicas y decorada con delicadeza. Es una joya. El constructor fue un jesuita suizo que fundó además una escuela de música y proyecto la iglesia actual, realizado en 1749.

La iglesia nos deja con  la boca abierta. Es preciosa. Solo por contemplar esto el viaje ha merecido la pena.
Nos hacernos una foto en el campanario y nos vamos a la misión de Concepción.
En el bus Tamara nos sirve un mate y café que nos reconforta. Por el camino, aunque más anteriormente, vemos zonas quemadas. Rolando nos explica que es por un doble motivo. Uno, los ganaderos queman la tierra para que el siguiente año haya más pastos. El otro tiene una finalidad religiosa, queman para hacer ofrendas a los dioses ancestrales. El problema es que a veces el fuego se descontrola y crea serios problemas. La vegetación se va espesando. Estamos a pocos kilómetros de la frontera de Brasil.


Concepción. Es una pequeña población con una atmósfera tranquila. La plaza grande de idea de la cantidad de gente que se podía congregar aquí.
La iglesia construida en 1709. Esta decorada con diseños barrocos dorados. Da una idea de la opulencia que tuvo esta misión.
Las misiones han estado siempre ocupadas salvo un periodo de 18 años, cuando Carlos III expulsó a los Jesuitas (con lo buen alcalde de Madrid que dice que fue). Dejaban organizarse a los indios y respetaban sus lenguas. No era la línea oficial. Al cabo de estos 18 años de vacio, las misiones fueron ocupadas por franciscanos.

La restauración de las misiones da idea de un trabajo bien hecho, esta todo perfecto y precioso. Ha sido fundamental la labor del arquitecto y músico suizo Martin Schmid, a mediados del siglo XX, que proyectó la rehabilitación de las misiones y creo una escuela para la formación de los bolivianos en la protección de este patrimonio.

Tenemos muchos kilómetros hasta Santa Cruz, hay que partir sin demora o perdemos hasta el avión de vuelta e España. Ya es de noche.
Nelson pone una película de Chinchán (o algo parecido), el chino ese que da patadas y hace comedias sin mucha gracia. O no se lo que hace, nunca he podido ver una película suya ni medio entera. Me parece que sólo Sofía, Lourdes y Sandro la siguen, por detrás tapan los altavoces con los abrigos.

Paramos de nuevo en San Roman. Hacermos pis y Rolando y Hernan van a comprar agua caliente para tomar un mate en el bus. Mientras por San Roman corre una voz, va a haber bloqueo de carreteras a las diez de la noche. Los mineros van a cortar todo el país. Parece que en Bolivia esto se ha convertido en un deporte (pena que aún no sea olímpico, ganaría su primera medalla).

Los camioneros y todo el mundo se moviliza, Rolando se preocupa y nos insta a correr. Nos vamos sin el agua. En menos de un minuto nos hemos ido. San Roman es zona minera. Cuando se producen, los cortes duran toda la noche. Los hacen nocturnos porque hacen más daño. Es cuando se mueven las mercancías. No se si he dicho que en Bolivia no hay casi infraestructuras de ferrocarril.

En el bus, Tamara nos prepara unos sanwiches de jamón y queso, y de postre chocolatinas y platanitos. Más que un Autocar esto parece un vuelo de Iberia, de los de antes, claro.

En el centro del bus nos echamos unas risas tontas, parece que nos hemos tomado unos chuflais de más.

Por los externos duermen, o lo intentan, o no quieren pero no pueden remediarlo. Ya hartos de leer, nos había dado tiempo, en este viaje, a leer el Quijote.

Desde la cabina se oyen risas, mejor que Nelson vaya entretenido, lleva hoy unos cuantos kilómetros.

El autobús va a toda pastilla, parece que va posiblemente más velocidad de la real por el mal estado de la carretera. Vamos traqueteando todo el rato. No lo podemos saber porque lleva el cuentakilómetros estropeado. Nos queda claro que aquí ni ITV ni tacometro.

Los pueblos por los que pasamos ya están muy apagados. No tienen prácticamente alumbrado público. Y cerrados los chiringuitos y comercios quedan casi a oscuras.

Llegamos a las 12 de la noche. Duermen hasta los vampiros.

Aún estoy pensando si esto ha sido un entrenamiento en paciencia, en yoga (la creatividad en las posturas en el autocar ha sido notable), o sólo ha sido un sueño.

Lo que si es verdad es que hemos hecho un máster en carreteras bolivianas, peajes y bloqueos incluidos. Ya pasado, creo que estamos de acuerdo que las misiones jesuíticas bolivianas merecen la pena, pero habría que hacer al menos una noche por allí.. Son una pasada.

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